Técnica Ludovico

jueves, agosto 08, 2002

YO ME ENCARGUÉ DE PIPO PESCADOR
Crudeza periodística al mejor estilo Pichi, alias Petete.

Sentado en la mesa de un bar, escucho los lamentos terrenales de un hombre y su arrugado acordeón.
Pide otra ginebra.
Trago va, trago viene; el obtuso cantautor dice entre balbuceos: -"No puedo dejarla, me tiene de las bolas!"
Pido otro café y escucho atentamente mezclándome entre el humo, humedad, moscas, y un viejo bar que se hunde en el claroscuro de un hombre que, como un ficus, ya no puede más.
-"Estoy de la gorra, estoy. El otro día afané a una vieja..."-
Sigo escuchando con respeto.
-"... y después de afanarle... la MATÉ!"-
Mis ojos permanecen fríos, impávidos frente a esta historia de terror y muerte.
-"...y después compré mandanga, entendés!... mucha mandanga!-
Asiento con mi cabeza demostrando sabiduría. Quiero que sepa que hay alguien que lo entiende en esta ciudad desnuda.
-"Y me la tomé!.. Me la tomé toda, entendés!!.. la puta que ´lo parió! Me tomé toda la milonga... y no convidé!-
Entonces atiné a decirle:
-"Vos, Pipo..., Pipo Pescador, te tomaste todo y no le dejaste nada a nadie?-
-"Ni siquiera dejé para los niños"- me dijo.
Seguí fumando y escuchando.
-...y me hice coger. Me hice coger por el Batallón Séptimo de Patricios!"-
Seguí fumando y escuchando.
-"Ayudé a la Bonaerense en secuestrar pendejas para hacer fiestas negras... pendejas que no tenían ni un pelo en el coño!"-
Quedó en silencio. Esta última era muy jodida.
Luego de un rato sin hablar, entre susurros, comenzó nuevamente:
-"Sabés qué quiero hacer..?-
-"No"- le dije.
-"Quiero volver a grabar la del "Auto de Papá".
Ahí se pudrió todo.
Me levanté muy despacio de la mesa. Salí del bar y me subí a mi camioneta 4x4 Ford Cherokee, encendí el motor mientras Pipo Pescador me miraba sin comprender demasiado. Di marcha atrás por la calle y apunté contra la ventana del bar desde donde veía a Pipo que seguía mirando. Puse primera y embestí contra la ventana esperando matarlo como a una rata. Destruí medio mugriento bar, y entre los escombros de ladrillos, yeso y vidrios rotos veo a Pipo tratando de huír como un cobarde. Agarré mi escopeta Itaka y le cargué un par de cartuchos. Primero volé al mozo que gritaba como una Magdalena, y después le atiné al muy irrespetuoso de Pipo Pescador en la cintura. Cayó como una bolsa de papas. Entre gritos desesperados me acerqué muy lentamente y le dije:
-"Lo del robo a la vieja, vale. Lo de tomarte toda la mandanga, vale. Lo de la Bonaerense y hacerte coger, pasa...
pero la del Auto de Papá no la voy a dejar pasar!
-"Maricón!"- me gritó.
Y de un tiro lo despaché como una sabandija.