Técnica Ludovico

viernes, julio 26, 2002

Y seguimos con las Biografías NO Autorizadas
Villano invitado: Pedrito Rico

Todos aquellos que creían conocer esta historia se verán incurriendo en el error más garrafal de sus malgastadas vidas.

Pedro Roque Zalzíbar de Aragón y Lucientes nace en Pamplona en 1899, ciudad que linda con Barcelona, Zaragoza y Burgos en la península ibérica, información que a Pedro Roque siempre le importó un carajo al igual que a Usted. De chico, Pedro Roque es reconocido como niño juguetón y algo tímido al hacer sus deposiciones. Su padre, Héctor Lucientes, intenta junto con su madre, Juan Carlos de Aragón, criar a su hijo de la forma más prolija y prístina posible, y al cabo de tres años ya es notable la femineidad de Pedro Roque. Con ahínco sus progenitores le inculcan la filosofía nórdica y el culto a Thor, del que Pedro Roque sólo destaca el mango del martillo. El tiempo pasa y vanos son los esfuerzos de éstos padres ejemplares en la lucha eterna contra la avanzada pulcritud del niño, y es que éste no se deleita viendo películas de combate o gladiadores o de pandillas; sólo escribe poesía. Su madre Juan Carlos le aclara que escribir poemas no es "propio de hombres, sino de maricones y afeminados", comentario que remata con una pregunta: -"¿vos sos maricón?,.. si sos maricón decimelón!"-. Pedro Roque no tolera ese vulgar cuastionario y huye a su cuarto, lleno de fotos de Emmanuel Ortega, Enrique Iglesias y Paco Jamandreu.
Por la noche, Pedro llora su soledad e incomprensión, hasta que su padre irrumpe en la habitación y tácitamente le pregunta: -"¿vos sos maricón?,.. si sos maricón decimelón!"-
La psicología de Pedro funciona cada vez más parecida a una video vieja y musita palabras extrañas en su cuarto. Para esquivar la sospecha de sus padres Pedro pega en la pared un póster de Anthony Perkins, pero no da resultado.
El tiempo pasa y Pedro entra en la adolescencia. Sus vellos son cortados casi con odio por él y comienza a visitar a la depiladora del pueblo. Ésta le pregunta: -"¿vos sos maricón?,.. si sos maricón decimelón!"- y Pedro escapa a las calles de Pamplona, sólo con la sinrazón en su cabeza. Sus padres se preguntan: -"dónde está Pedro"-, mientras Pedro se pregunta por qué tanto su padre como su madre hacen pis de parados. Por lo pronto, el único que se sentaba para mear... era él.
Es así que Pedro recorre las calles de Pamplona hasta llegar a la famosa "suelta de toros", con la única diferencia que esta vez se los soltaron sólo para él. Sin saber qué hacer, Pedro huye despavorido como una señorita, pero ésos animales eran sementales de 600 kilos cada uno, y no habían cogido en toda su vida de bestias. Es por ello que Pedro es alcanzado e las pocas millas de ahí y vejado como una vulgar vaca. La fiesta taurina duró varios días con sus noches, y en la lontananza las gentes del lugar escuchaban gritos y gemidos vagos mezclados con sórdidos bramidos. Pedro fue rescatado y los animales sacrificados en fiesta pública.
Al año, Pedro decide viajar a pie y ganarse la vida como trovador cantando espantosas canzzonetas ibéricas.
Recorre varios países en donde, casi siempre, es rechazado con ímpetu. A veces canta por la comida o un techo donde dormir, y a veces es obligado a callarse para conservar la comida y el techo. Son tiempos duros para Pedro, que llega a Alemania en 1941 y toma rumbo a Berlín. Allí es donde cambia su nombre por un espantoso pseudónimo: Pedrito Rico.
Pero en Berlín la situación social era tensa y es allí donde Pedrito, para atraer a las masas, comienza a hacer chistes malos sobre un afiche del conocido dictador: -"oye majo, pero quién es éste gillipoyas?, miren ese mostacho tan ridículo, eh! se parece a mi abuela, eh!"-. Desgraciadamente es el escuadrón de tanques PanzerGranadier Nº 3 que lo ve haciendo esas ridículas morisquetas sobre el conocido faschista y lo arrastra del labio inferior al destacamento Nº 12 de la Gestapho. Allí el niega ser judío, dice que sólo es trovador, pero la SS le dice muy amablemente que "no estaban buscando judíos ni negros ni polacos ni gitanos ni nada, sólo buscaban trovadores".
Entre risas ahogadas varios torturadores dieron bravísima cuenta de él.
Pedro es liberado luego de varios meses de violento desguace corporal. Para escapar de ese turbio pasado pone rumbo a Stalingrado, sin saber que Stalin y las purgas sociales han convertido a Rusia en un país del precámbrico.
Cierta noche, mientras descansaba a orillas de un lago contemplando la belleza de la luna, el Octavo Regimiento de Fusileros Cosacos lo ven descansando como una ninfa cerval y se le acercan con cautela. Se dice que Pedrito les preguntó si querían que les entonara una canción galaica que él mismo había compuesto, a lo que el Comisario Mayor sólo atinó a desenvainar su espada corva y dar voz de aura.
La tranquila noche siberiana se había convertido en una vejación de tal magnitud que fue la deshonra de la Madre Patria por varias generaciones.
A los pocos meses, Pedrito es encontrado por la Cruz Roja mientras divagaba por los Cárpatos disfrazado de campesina de la mesopotamia. Es atendido y llevado de vuelta a España donde Franco pone precio por su piel y donde no lo recibe nadie, es más, lo niegan con fervor.
Pedrito llega a América del Sur con el deseo de comenzar una nueva vida, pero su psicología no responde ni con corriente eléctrica.
Intenta cantar nuevamente esas espantosas tertulias que le producen muy pocos conocidos y más enemigos. Intenta también en el teatro de variedades, donde zapatea mediocremente hasta romper la paciencia de la audiencia que, generalmente lo hecha a patadas. Sobre el escenario Pedrito es un señorito delicado y con garbo, pero fuera de bambalinas es un puto trepador con estómago flojo y mamón. El tiempo pasa y se codea con gente de los medios. Es un momento de buenaventura para la Argentina, gobierna Perón y la sociedad está recuperando un terreno que siempre le había sido adverso, pero Pedrito no estaba ni cerca de ese terreno, de hecho, a Perón no le caía muy en gracia, ya que lo consideraba "un delicado enano contrahecho".
Se ignora quién vejó a Pedrito cierta noche de forma tan violenta, pero se supone que eran amigos del General con muy pocas pulgas.
Magullao por la vida y por los golpes, Pedrito insiste e insiste en imponer sus firuletes flamencos carentes y sin sentido, su zapateo virulento y arrítmico y su "cante jondo" que no era más que un canto de mierda. Y es así que, en una noche, en un cabaret de mala muerte y ante un público de borrachines, Pedrito llama a hacer su último acto: tomó su micrófono, lo humedeció con su lengua, se bajó sus pantalones y calzones y se metió el micrófono en el culo. Ante la vista azorada del público y los gritos de espanto de algunas meseras (que lo habían visto todo) Pedrito, agachado, mientras reía con sadismo dijo: -"oigan cabrones, que no se esperaban éstas leches eh! manga de soplapingas! so hijos de la reput...!"-
Un cable en cortocircuito acabó con la triste y pequeña vida de este hombre que dedicó su vida a tratar de asumir su homosexualidad y ser nada más ni nada menos que Pedrito Rico, el cantautor de América.